El pasado miércoles
tuvimos la gran oportunidad de poder participar de un taller de teatro,
concretamente del teatro del oprimido. En esta sesión pudimos disfrutar, junto
a más compañeros, de lo que significa hacer teatro. Disfrutamos, reímos,
aprendimos, cooperamos, reflexionamos, tomamos conciencia y muchas otras cosas
más. Todo ello lo hicimos a través de unas actividades en las que nos
sensibilizamos con temas controvertidos actuales y cuestiones sociales
habituales.
Y es así como, después de todo un cuatrimestre impartiendo clases
teóricas, ahora llega la hora de poner en práctica todo lo aprendido, y que
mejor manera que hacerlo mediante el teatro del oprimido, herramienta de transformación.
Para poder entrar en el “juego del teatro” empezamos realizando
ejercicios con los que nos familiarizábamos con el espacio en el que estábamos,
con las personas con las que participamos y con nosotros mismos. Creo que ese
momento es fundamental a la hora de trabajar el teatro ya que esto sirve para
que los que estemos participando podamos centrarnos, quitarnos cualquier sensación
de vergüenza y entrar en el mundo del teatro.
Entre otras cosas, hicimos figuras representativas de opresión,
propusimos nuevas figuras a partir de las anteriores y lo que más me gustó fue
la propuesta de plantear soluciones para estas situaciones usuales de opresión.
La verdad es que estamos expectantes a la próxima sesión.
¡Educadores tengo buenas noticias! El teatro ayuda, refuerza y apoya,
puede ser esa herramienta que buscamos para atender a algunas de las
necesidades sociales de una forma diferente, animada y alentadora ¿Por qué no
nos ponemos en marcha? No tenemos motivos para parar.
Porque a través del teatro no sólo creces como educador/a social, creces
como persona.
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